¿Te suena de algo la Teoría de las Ventanas Rotas? No tiene nada que ver con un test para comprobar la resistencia de los cristales, sino con uno de los experimentos sociológicos más interesantes del Siglo XX, que con el paso de los años ha servido para elaborar diferentes teorías y aplicar políticas a todo tipo de ámbitos, desde el laboral hasta el administrativo.

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Cómo se contagian las conductas inmorales, Teoría de las ventanas rotas

La teoría de las ventanas rotas es una teoría que explica el contagio de las conductas inmorales o incívicas. Originada a partir de un experimento de psicología social llevado a cabo por Philip Zimbardo en 1969 (psicólogo de la Universidad de Stanford). Zimbardo y su equipo abandonaron dos coches con las matrícula arrancadas y las puertas abiertas, y observaron qué ocurría.

Uno fue abandonado en el Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York y el otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California. Dos automóviles idénticos, abandonados en dos barrios con poblaciones muy diferentes, y un equipo de especialistas en psicología social estudiando la conducta de la gente.

El coche del Bronx, a los 10 minutos de ser abandonado, sufrió robos en sus componentes. A los tres días no quedaba nada de valor. Luego empezaron a destrozarlo. El de Palo Alto, tras una semana, se mantuvo intacto.

Pero el experimento no finalizó ahí. A la semana, cuando el coche del Bronx estaba deshecho y el de Palo Alto impecable, los investigadores rompieron el cristal de este último. Como resultado, se desató el mismo proceso que en el Bronx: robo, violencia y vandalismo.

¿Por qué un cristal roto en el coche del barrio supuestamente «seguro» desata un proceso delictivo?

¿Era la señal que esperaban los honrados ciudadanos de Palo Alto?

En resumen, se extrae que no es cuestión de poder adquisitivo. Mas bien, es algo que tiene que ver con la psicología humana y con las relaciones sociales. En este punto, es donde viene lo interesante: un cristal roto en un coche abandonado transmite una idea de deterioro, desinterés, despreocupación, que va rompiendo códigos de convivencia.

Es como una sensación de ausencia de ley, de normas, de reglas, algo así como que «vale todo». Cada nuevo ataque que sufre el coche reafirma y multiplica esa idea, hasta que la escalada se vuelve incontenible, desembocando en una violencia irracional.

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Teoría de las Ventanas Rotas Criminología

En experimentos posteriores, James Q. Wilson y George Kelling, desarrollaron la teoría de las ventanas rotas, la misma que desde un punto de vista criminológico, concluye que el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores.

Si se rompe el cristal de una ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás. Si una comunidad exhibe signos de deterioro y esto parece no importar a nadie, entonces allí se generará el delito. Si se cometen pequeñas faltas (aparcar en zona prohibida, por ejemplo), y no se sancionan, entonces comenzarán faltas mayores y luego delitos cada vez más graves.

El mensaje es claro: las conductas incivilizadas se contagian.

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Ejemplos de la Teoría de las Ventanas Rotas

La teoría de las ventanas rotas fue aplicada por primera vez a mediados de la década del 80 en el Metro de Nueva York, en aquellos años el lugar más inseguro de la ciudad. Se comenzó de lo pequeño a lo más grande: grafitis, suciedad, ebriedad, evasiones del pago de billetes, pequeños robos y desórdenes. Los resultados fueron evidentes, lográndose hacer del metro un lugar seguro.

En la década de los 90, Rudolph Giuliani impulsó una teoría de tolerancia cero. La estrategia consistía en crear comunidades limpias y ordenadas, no permitiendo transgresiones a la ley y a las normas de convivencia urbana. El resultado práctico fue un enorme abatimiento de todos los índices criminales de la ciudad de Nueva York.

Detractores de la Teoría de Ventanas Rotas

La Teoría de las Ventanas Rotas tiene, por supuesto, sus detractores. Puede parecer simplona, anti intuitiva, y, peor aún, regresiva.  Las primeras críticas señalaban además que no tenía ninguna base experimental, pero si el experimento a gran escala que supone su aplicación en Nueva York no es suficiente, en 2008 apareció un estudio holandés en Science, realizado con toda la metodología de la psicología social, que la confirmaba (reseña en The Economist).

Aplicaciones de la Teoría de las Ventanas Rotas

Los ayuntamientos conocen bien esta teoría. Cuando aparece un grafito en una pared, si no se borra pronto, toda la pared aparece llena de pintadas. De ahí la importancia de mantener siempre la ciudad limpia, las calles en orden, los jardines en buen estado…

Pero lo mejor de todo es que esta teoría puede usarse en muchas otras facetas de la vida social. Imagina que en una empresa se descuidan algunas normas éticas, con seguridad el ambiente se deteriorará. Si lo que cuenta es la rentabilidad a corto plazo, se descuidan las normas de seguridad e higiene en el trabajo y las de seguridad del producto o del servicio, se trata a las personas con menos respeto, el cliente es cada vez más un objeto y no una persona cuyas necesidades hay que satisfacer…

Si en tu empresa tienes una ventana rota, cuida bien de que no empiecen a romperse otras. Permitir esa actitud creará una sensación de injusticia e impunidad en el equipo, haciendo más probable que se contagie. No se trata de ser excesivamente estricto con las reglas en tu empresa (también puede ser una “ventana rota”), sino de detectar los problemas y solucionarlos antes de que se genere una costumbre nociva.

La solución de las «ventanas rotas» sociales corresponde a los ciudadanos mismos, si no destrozan el coche abandonado y contribuyendo a mantener la ciudad limpia. Recuperando las conductas cívicas y morales en la familia, en la empresa, en el club deportivo, en la ciudad, en los medios de comunicación… porque como dice un proverbio chino:

Antes de iniciar la labor de cambiar el mundo, da tres vueltas por tu propia casa.

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