Los psicobióticos son probióticos que pueden mejorar nuestra salud emocional al influir en el eje intestino-cerebro, que es la vía de comunicación entre el sistema digestivo y el sistema nervioso.
¿Te gustaría saber más sobre este tema fascinante? Continúa leyendo y descubre qué beneficios pueden aportarte estos probióticos.
Psicobióticos, un remedio natural para equilibrar las emociones
Durante mucho tiempo, los humanos hemos buscado combatir los problemas psicológicos con todos los recursos que tenemos a mano. Primero usamos productos naturales, las sustancias psicoactivas que se empleaban se obtenían de diferentes plantas, pero luego empezaron a fabricarse en los laboratorios. A principios de 1960, la psicofarmacología se popularizó como un complemento de la psicoterapia.
Sin embargo, es posible que ahora estemos a punto de dar otro paso importante en el tratamiento de las enfermedades mentales de tipo emocional y que el chucrut, el kimchi o el kéfir sean los nuevos remedios naturales para la ansiedad o la depresión.
Gracias a los estudios sobre la microbiota humana, sabemos que la flora intestinal puede tener un papel relevante en nuestro estado de ánimo, influyendo en el funcionamiento del sistema nervioso.
Por eso, algunos científicos están explorando un nuevo campo: los psicobióticos, bacterias que se pueden usar en el tratamiento de trastornos como la ansiedad, la depresión y el estrés postraumático.
¿Qué son los psicobióticos?
Ted Dinan, psiquiatra de la Universidad de Cork y uno de los mayores expertos mundiales en el estudio del eje intestino-cerebro, fue el primero en usar el término psicobióticos, lo definió como “un organismo vivo que, cuando se consume en cantidades adecuadas, produce un beneficio para la salud mental”.
A diferencia de otros probióticos, los psicobióticos contienen otras cepas de bacterias capaces de modificar la función de la corteza suprarrenal, donde se produce casi el 95% del cortisol de nuestro cuerpo, una hormona que eleva el nivel de estrés y ansiedad.
Para comprender el mecanismo de acción de los psicobióticos, es necesario entender cómo funciona nuestro “segundo cerebro”, que está formado por el sistema nervioso entérico.
¿Cómo funciona nuestro “segundo cerebro”?
Nuestro intestino se considera nuestro segundo cerebro, debido a la gran cantidad de neuronas que hay en nuestro estómago. En concreto, en las paredes del tubo que forma nuestro intestino hay grupos de neuronas.
Ese segundo cerebro tiene unos 100 millones de neuronas, pocas si las comparamos con las que hay en el cerebro, pero muchas más que las que hay en la médula espinal y el sistema nervioso periférico. Esas neuronas le dan al sistema nervioso entérico cierta autonomía del cerebro.
De hecho, en el sistema nervioso entérico se producen más de 30 neurotransmisores, las sustancias que usan las neuronas para comunicarse. Una parte se usa para la rutina diaria de la digestión, pero cada vez más neurocientíficos creen que este sistema es demasiado complejo como para tener solo funciones digestivas.
La principal vía de comunicación del eje intestino-cerebro, una red de doble sentido formada por el sistema nervioso autónomo y entérico, así como los sistemas neuroendocrino, metabólico e inmunitario, podría ser el nervio vago, que sale del bulbo raquídeo y cuya rama derecha llega hasta los intestinos.
De hecho, alrededor del 90% de las fibras de esa rama del nervio vago llevan información del intestino al cerebro y no al revés.
Beneficios de los psicobióticos a la salud mental
El estudio del segundo cerebro y la microbiota es un campo emergente, pero los diferentes experimentos realizados con animales y personas han demostrado que los psicobióticos son beneficiosos para las funciones cognitivas, mejoran el estado de ánimo y podrían usarse como tratamiento complementario en algunos trastornos psicológicos.
Reducen el estrés y la ansiedad
Un grupo de neurocientíficos japoneses concluyeron que incluir leche fermentada en la dieta durante ocho semanas, ayuda a aliviar la tensión, la ansiedad y el estrés.
Analizaron a un grupo de estudiantes que se estaban preparando para un examen importante y descubrieron que quienes incluyeron probióticos en su dieta tenían un nivel más bajo de cortisol, la hormona del estrés, así como una mayor cantidad de serotonina, la cual potencia la sensación de tranquilidad y bienestar.
De hecho, sabemos que existen algunas cepas probióticas específicas, como el Lactobacillus helveticus y el Bifdobacterium longum, que pueden disminuir el nivel de estrés y estimular un estado de relajación.
Mejoran el autocontrol emocional
Un grupo de neurocientíficos de la UCLA comprobaron que el consumo de yogurt rico en psicobióticos dos veces al día durante cuatro semanas provoca cambios en el funcionamiento de algunas zonas del cerebro relacionadas con la reactividad emocional.
Las personas que participaron en el experimento lograban controlar mejor sus respuestas emocionales y aumentaba su tolerancia al estrés.
Alivian la depresión
Un metaanálisis realizado por investigadores chinos reveló que los psicobióticos pueden aliviar los síntomas de la depresión mayor en las personas menores de 65 años.
Consumir Bifidobacterium infantis o Lactobacillus rhamnosus durante seis semanas era suficiente para cambiar la bioquímica cerebral generando una mejoría significativa de los síntomas y disminuyendo la angustia psicológica.
Combaten la ansiedad y las obsesiones
Los psicobióticos que contienen Lactobacillus rhamnosus, una bacteria que también se halla en nuestro intestino, pueden aliviar la ansiedad actuando sobre la expresión de los receptores GABA, que es el principal neurotransmisor inhibidor y relajante del sistema nervioso central.
Además, investigadores de la Lehigh University descubrieron que esta bacteria resulta tan eficaz para tratar el trastorno obsesivo-compulsivo como la fluoxetina, uno de los medicamentos más recetados.
Como ves, modificar la dieta puede tener efectos casi inmediatos que se notan en pocas semanas. Las investigaciones científicas indican que es importante evitar las grasas saturadas y los alimentos ricos en azúcar, ya que estos dañan la microbiota.
En su lugar, es conveniente incluir alimentos integrales, frutas y verduras. Los alimentos fermentados como el kéfir y el chucrut, así como los alimentos encurtidos como los pepinillos, la kombucha, el miso y el tempeh también deberían formar parte de tu dieta diaria.
Si optas por la suplementación de probióticos, elige uno que tenga varias cepas (cuantas más mejor) y con un número elevado de bacterias probióticas, para una mayor efectividad. Mil millones de bacterias es el número mínimo; por debajo de esta cifra, el efecto es prácticamente nulo, aunque diez mil millones es lo recomendable.
También puedes consultar a un especialista en psiconeuroinmunología, el cual, te hará un estudio de tu microbiota para determinar qué probióticos son los más adecuados para ti.
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