Por lo general, como humanos, odiamos el cambio. Preferimos seguir como estamos (en lo que llamamos zona de confort) antes que sumergirnos en lo desconocido (zona de aprendizaje). ¿Parece obvio, verdad?

Hay una sensación de seguridad en lo que es familiar. Nos sentimos más cómodos en ambientes y relaciones a las que estamos acostumbrados que en ambientes cambiantes; esto se da incluso aunque lo familiar sea insano o no nos satisfaga.

Permanecer en la zona de confort está bien si te conformas con ser la persona que ahora eres, si crees que has logrado todo lo que deseabas. Sin embargo, si eres una persona inconformista y quieres ser la mejor versión de ti mismo, lo ideal es que aprendas a salir de la zona de confort. A continuación, desde el equipo de Neurita, hablamos de qué es y cómo salir de la zona de confort sin morir en el intento.

¿Qué es la zona de confort?

La zona de confort es algo así como «vivir en piloto automático». Se trata, más bien, de un estado mental en el que predominan las conductas de evitación de miedo y ansiedad ante lo novedoso, por lo que el resultado es un comportamiento rutinario que no supone ningún riesgo. En este escenario, nos sentimos seguros y confortables, porque todo queda bajo control.

Sin embargo, lo rutinario puede impedir el crecimiento personal al renunciar a hacer permeables los límites de la zona de confort. Por ello, la falsa sensación de bienestar es más bien un indicador de la ausencia de emociones, como la incertidumbre, que un producto de la satisfacción personal. Pero, ¿cómo saber si es tu caso? ¿Cómo saber si estás en una zona de confort?

¿Cómo saber si estás en una zona de confort?

Piensa en algo en tu vida que te molesta. Una relación amorosa o familiar, fumar, la alimentación, el trabajo, los ingresos, la forma de hablar con la gente, la actitud. Sea lo que sea, te preguntas: ¿por qué no puedo cambiarlo? ¿Qué me impide cambiar esta situación ahora? ¿Qué me cuesta cambiar? ¿Cuánto cuesta no cambiar? ¿Cuáles son los costes de hoy? ¿Mañana? ¿En cinco años?

Al evaluar los costes del cambio, generalmente, te enfrentarás con el hecho de que no cambiar te beneficia de alguna forma. Tal vez es más fácil no cambiar porque no tienes que enfrentarte a lo desconocido. Tal vez es más fácil no cambiar porque no tienes que tomar decisiones que conllevarían algún riesgo. Y probablemente crees razones para justificar por qué no puedes cambiar: no tienes tiempo, confianza o fuerza de voluntad para hacer algo diferente. ¿Te suena?

Si te sientes identificado y dejas pasar oportunidades, la procrastinación es una constante en tu día a día y te cierras a vivir cosas nuevas, probablemente estés viviendo en tu zona de confort.

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¿Qué pasa cuando te sacan de tu zona de confort?

Partiendo de la ciencia, lo primero es entender que las personas no estamos preparadas filogenéticamente para salir de la zona de confort. Nuestro cerebro simplemente está preparado para sobrevivir, fruto de nuestra historia como especie.

Cuando vivíamos en las cavernas, si aparecía una presa, nuestra misión era cazarla para poder sobrevivir, volver a la cueva (zona de confort) y descansar hasta que volviese a aparecer otra necesidad por la que salir de esta. No teníamos que superarnos y reinventarnos continuamente; esto es ahora una necesidad porque el mundo se ha convertido en algo muy competitivo.

Entonces, ¿qué pasa cuando te sacan de tu zona de confort? Te enfrentas a tus miedos, a la incertidumbre, a lo desconocido. Pero también se abre un mundo de posibilidades, de nuevas oportunidades, que de otra forma no estaría a tu alcance.

Vamos a hacer un ejercicio.

Te pido que en casa cruces los brazos. ¿Fácil, no? ¿Quién no sabe cruzar los brazos? Vale, ahora vamos a hacerlo al contrario. Cruza los brazos al revés. Esto ya cuesta algo más, ¿verdad? Este es un ejemplo muy simple para salir de la zona de confort.

Nuestro cerebro básicamente se guía por hábitos que hacen que no tengamos que pensar en lo que tenemos que hacer a continuación, lo cual nos permite ahorrar energía. Por tanto, salir de la zona de confort realmente es un gasto energético, pero a veces necesario.

¿Cómo salir de la zona de confort? 10 claves

Ahora que ya sabes qué es la zona de confort y lo que supone, vamos a ver 10 claves para salir de la zona de confort y no morir en el intento. Pero antes, vamos a reflexionar.

¿Cómo entrenan los futbolistas que saben que son titulares? Salen a entrenar con otra motivación, lo dan todo durante el entrenamiento. No es el mismo nivel de motivación el que tendrá aquel jugador que tiene una lesión y sabe que no va de titular. ¿Por qué? Porque no va a jugar. Si el titular se lesiona, lo normal es que salga a jugar en el partido aquel que entrena como un titular.

¿Cómo quieres vivir la vida tú? ¿De titular o en el banquillo?

Ahora sí, 10 claves para salir de la zona de confort y no morir en el intento:

1. Busca tu chincheta

Si analizamos nuestro día a día probablemente encontraremos algunas situaciones que nos «pinchan». Algunas las soportamos porque no queda más remedio, y otras podríamos quitarlas del medio. Sin embargo, vamos tan rápido por la vida que ni siquiera sabemos qué nos pincha. En cambio, parcheamos emociones: pasamos nuestro tiempo libre en redes sociales o consumimos alcohol para aliviar la frustración…

¿No sería mejor descubrir lo que nos pincha y empezar a planificar cómo eliminarlo de nuestra vida? Por ejemplo, poner distancia con una relación de amistad o de pareja que no nos aporta, empezar a formarnos para tener un trabajo distinto… ¡Lánzate! Coge papel y lápiz y escribe en una libreta todo aquello que quieres cambiar; esta será tu ruta o guía para salir de la zona de confort.

2. Busca tu «para qué»

La zona de confort es un lugar en el que casi todo es previsible, en el que hay poco riesgo, tenemos todo bajo control, es difícil cometer algún error y nos sentimos seguros, es un sitio muy adaptativo.

Te animo a salir de la zona de confort solo cuando tengas un para qué. Y no basta a veces con el primer para qué. Por ejemplo, imaginemos que una persona dice «me gustaría estar más motivada para hacer ejercicio físico». ¿Para qué? Para tener una vida más saludable, dice. Sin embargo, esta razón puede venir dada por lo que es socialmente correcto pero no nos sirve para motivarnos.

Entonces, ¿para qué quieres tener una vida más saludable? Quizás para perder un poco de peso. ¿Para qué? Para comprar la ropa que me gusta. ¿Para qué? Para no tener que pasarlo mal cada vez que voy a comprar. Esto es genial, porque cuando llegas a lo que realmente genera un sentido en tu vida es cuando aumenta la capacidad de compromiso y la implicación con tu objetivo.

Salir de la zona de confort es incómodo. Por eso, si no tienes esa motivación, ese «para qué», va a ser muy complicado que des el paso para salir de la zona de confort.

3. No esperes a sentirte segur@ para salir de la zona de confort

Si no tienes una habilidad actúa como si ya la tuvieras. Imita a esa persona que ves tan segura de sí misma y probablemente empieces a sentirte como tal.

4. Recuerda: no te falta talento

Todos tenemos talento y lo descubrimos cuando nos dedicamos a las cosas que nos apasionan. No es la falta de talento lo que nos limita sino la idea de que no somos capaces.

Una manera de recordar dónde están nuestros talentos es llevar un pequeño diario de éxitos en el que anotemos aquellas cosas que hemos hecho bien. Lo que ocurre es que la mayoría de las veces analizamos en qué hemos fallado y cómo corregirlo, pero en muy pocas ocasiones nos paramos a pensar las cosas que hemos hecho bien y que debemos potenciar.

5. Tu mente es poderosa y encuentra lo que vas buscando

Nuestra capacidad de atención es selectiva selectiva y limitada. El cerebro hace una selección y atiende a lo que para ti es prioridad. Si centras la atención en el lugar equivocado también tendrás probablemente resultados equivocados.

Por ejemplo, si decides salir de la zona de confort porque tienes algo que te pincha y ya has encontrado el «para qué» pero piensas «esto va a ser complicado», «si es que a la gente le cuesta mucho», «¿y si la gente me falla?».

Si eso ocurre aparece la profecía autocumplida, que significa que la mente encuentra lo que va buscando. Vamos a hacerlo al contrario, vamos a anticipar todo aquello que bajo nuestro control nos puede salir bien.

6. Piensa para sumar

El pensamiento es poderoso, pero no lo es todo; además hay otras variables a tener en cuenta, como el factor suerte o los factores socioeconómicos o educativos. El mensaje de que «el techo lo marcas tú» es mentira y puede fomentar la culpabilidad.

La actitud no es todo pero sí es cierto que ayuda y el pensamiento positivo también. Verbalizar en positivo «estoy preparado», «voy a intentarlo», en lugar de «no puedo» es beneficioso. Escribe cada mañana una expresión positiva y repítela durante el día. La repetición genera aprendizaje.

7. Lo controlable bajo control

La mayoría de las preocupaciones que tenemos durante el día no están bajo nuestro control. Rumiamos y rumiamos, invertimos tiempo en ellas, pensando que preocupándonos por ellas aparecerá una solución. Con las cosas que no podemos controlar necesitamos trabajar la aceptación, dejar de luchar en este momento contra aquellas cosas que no puedes controlar. No es resignación.

8. La postura es poderosa

La información propioceptiva, la que va de los brazos y las piernas, informa constantemente al cerebro de cómo nos sentimos. Así que, si queremos salir de la zona de confort, necesitaremos seguridad y para eso debemos apostar por posturas que nos den seguridad, de poder.

¿Y si al salir de la zona de confort fracasamos? Será un aprendizaje. Volveremos a empezar y buscaremos soluciones diferentes. El fracaso forma parte de la vida, no lo olvides.

9. La historia la escribes tú

Recuerda que anticipar y visualizar el éxito aumenta esa probabilidad de éxito.

10. Evalúa las consecuencias del cambio

Hay momentos en la vida en los que no queremos hacer algo diferente, porque el cambio es difícil . En estos momentos, evalúa las consecuencias positivas y negativas del cambio/no cambio a corto y largo plazo. Y una vez hecho esto, identifica las barreras que te impiden cambiar.

Como dijo el filósofo Heráclito. «Lo único constante en la vida es el cambio»

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